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¿Qué escribimos cuando escribimos para aprobar? Evaluación y escritura en la universidad

Actualizado: 11 jun

1. Punto de partida: un caso real

La consigna del trabajo final de la materia Derecho de la Integración solicita comentar un artículo académico sobre la adhesión de la Unión Europea al CEDH. Tres carillas, citas precisas, bibliografía obligatoria, formato Times New Roman 12. Ni una palabra sobre para quién se escribe ese comentario, ni qué se espera que haga con el texto el estudiante. El comentario como ejercicio vaciado: sin lector, sin situación, sin propósito.

“Comentar el texto de...” ¿Qué significa comentar? ¿A quién se dirige el comentario? ¿Dónde circula ese texto? Estas preguntas, ausentes en muchas consignas universitarias, son claves si queremos formar profesionales que piensen y escriban con sentido.


2. Problema: el simulacro evaluativo

Muchas evaluaciones universitarias siguen funcionando como simulacros. Reproducen formas del saber escolarizadas, que piden repetir, demostrar, acatar. El texto que se escribe para aprobar no circula, no se discute, no transforma: se archiva. Las consignas muchas veces proponen actividades que fingen una escritura académica, pero que no tienen ni la densidad real del ensayo ni la potencia social de otros géneros.

La aparición de la inteligencia artificial generativa volvió a poner en evidencia lo obsoleto de muchas de estas formas de evaluar: tareas repetitivas, sin propósito claro, que pueden ser resueltas en segundos por una máquina. Pero esto no es responsabilidad exclusiva de quienes enseñan. Muchos docentes universitarios tienen una formación sólida en sus campos disciplinares, pero no han recibido capacitación específica en enseñanza de la lectura, la escritura y el uso pedagógico de tecnologías digitales. Allí radica una deuda estructural de la universidad con su propia docencia.

Se aprende a escribir para evitar errores, no para producir ideas. Se cita para cumplir, no para dialogar. Se escribe para que nos evalúen y recibir una calificación, no para intervenir en un campo.


3. Propuesta: la escritura como experiencia situada

La alternativa no es abolir la escritura ni quitar el componente académico. Es darle forma, destino y propósito. Es invitar a que las y los estudiantes escriban en contextos verosímiles, desde géneros reales y con propósitos significativos.

Esto puede tomar muchas formas:

  • Un artículo de opinión para una revista jurídica.

  • Un informe técnico dirigido a una ONG.

  • Una carta abierta o un comunicado institucional.

  • Un ensayo creativo en forma de relato o escena de juicio.

  • Una intervención transmedia que dramatice un problema legal contemporáneo.


4. La universidad que podría ser

Una universidad que enseña a escribir no solo transmite normas o formas. Enseña a pensar con palabras, a argumentar con claridad, a leer el mundo y a tomar posición en él.

Porque escribir no es solo demostrar que se sabe. Es, también, una forma de pensar, intervenir, construir mundo y transformarlo.

Pensar la evaluación desde la escritura situada es pensar en una universidad más democrática, más viva, más comprometida con la realidad de sus estudiantes y con los desafíos del presente.


 
 
 

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Ian Webster

ian.webster@bue.edu.ar

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